Page 57 - Costa Live International Magazine - 7 - 2017
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Je n’ai pas cessé de m’arrêter a n de prendre des photos de ce panorama unique de rêve. J’étais partagée entre la randonnée concentrée et attentive a n de ne pas trébucher et faire une chute dans les cactiers énormes et de promener mes regards sur l’eau brillant au soleil et bordant de nombreux bateaux et yachts luxueux.
Quand nous passions des  gues de Barbarie et des petits palmiers nous entendions des gens qu’ils s’amusaient bien - un party sur le bateau! Ohé!
Nous arrivions à la belle plage „Cala Pelosa“ plus vite qu’on avait pensé. De loin, on pouvait entendre de bavardage, le bruit des vaisselles cliquetantes et des verres tintants - le restaurant tournait à plein régime. Nous dévions certes attendre malgré une reserva- tion, mais cela valait la peine!
L’attente était particulièrement agréable: se relaxer dans un bar confortable avec des
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Pero me sentí un poco tironeado: Por un lado tenía que concentrarme para no perder el equilibrio y caer en las grandes cactáceas y
por otro lado no podía dejar de extraviar la mirada debido al agua cristalino que brillaba del sol y era decorado con muchos barcos y yates. ¡Mejor detenerse cada dos por tres, en caso contrario podría ser muy peligroso! Mientras culebreábamos entre higos de tuna y pequeñas palmeras, unos pasajeros en los barcos en la distancia lo pasaban muy bien: ¡Fiesta del barco ahoy!
Más rápido de lo que imaginaba, llegamos a la playa hermosa que se llama «Cala Pelosa». Desde lejos se oía a la confusión de las voces, vajilla chapaleando y el re- tintín de las copas: el restaurante iba a toda marcha. ¿Si tuvimos que esperar? Por desgracia, si. ¿Si vale la pena? ¡De nitivamente!
El tiempo de espera podría ser peor: Chillar en un bar cerca de la playa con asientos cómodos y con vista al mar - ¡Eso podría sobrevivir la persona más impaciente entre vosotros! Después de 1-2 refrescos fríos nos llevaron - con mucha alegría previa a la comida sabrosa - a nuestra mesa. Den- tro de 5 minutos habíamos decidido: una paella grande con mariscos y unas pequeñas entradas, por supuesto un vino a más. Apenas las entradas estaban allí, ya los habíamos comido: tártaro del atún, ensalada, calamari, pan - eso fue sabroso.
Después de un pequeño descanso, de nuevo había espa- cio en nuestros estómagos para lo que estábamos esperan- do con nostalgia: ¡La paella estaba allí! Mhh como huele
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